Miércoles//Única institución oficial en el barrio Luchetti, articula las distintas políticas públicas de inclusión social y participación comunitaria. La fuerte expansión demográfica del barrio realza su importancia en un contexto dinámico y con muchas demandas insatisfechas.
De un tiempo a esta parte, esta sección viene dando cuenta de la realidad particular del barrio Luchetti, atravesada por los conflictos y
tensiones propios de un lugar en plena expansión demográfica que recibe de forma permanente a familias de distinta procedencia que, generalmente movidas por la necesidad, apuestan por este
territorio para mejorar su calidad de vida. En este contexto dinámico, con una acentuada escasez de servicios públicos, el Centro de Actividades Infantiles (CAI) es la única institución oficial
que intenta dar respuesta a las necesidades de los vecinos y desde donde se articulan las distintas políticas públicas de inclusión social y participación comunitaria.
"Llegué al CAI en diciembre de 2004, cuando todavía estaban los pintores. En enero de 2005 lo inauguramos y enseguida empezamos con la inscripción de los nenes. Al principio hubo que salir
a golpear casa por casa, porque había un gran desconocimiento sobre el rol de la institución y estaba instalado el mito de que se cobraba una cuota", recordó Vanina Caporale, responsable a cargo
del centro. "Nuestro objetivo primordial y específico es acompañar el desarrollo de los chicos en materia asistencial, alimentaria, educativa y sanitaria. Los ejes principales que trabajamos son
educación y salud, para lo cual nos vinculamos de forma permanente con el Centro de Atención Primaria del pueblo", completó.
Dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, que a través de becas aporta para la asistencia de los chicos, y de la Municipalidad de Luján, a cargo de
los servicios y salarios del personal, la institución cuenta con un equipo de trabajo multidisciplinario compuesto por cuatro docentes, tres maestranzas, una trabajadora social, una psicopedagoga
y una profesora de educación física del programa "Argentina Nuestra Cancha", del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
"Los chicos pasan media jornada, ya sea a la mañana o a la tarde, según las edades. Están agrupados en sala de 2 y sala de 3. Los que vienen a la mañana desayunan, realizan actividades con
docentes de nivel inicial, almuerzan y se van a casa. Los que están de tarde almuerzan, tienen actividades y meriendan", explicó Caporale. "Tendríamos el equivalente a la sala de maternal y la
sala de 3. Cuando salen de acá los chicos pasan a la sala de 4, siempre según las vacantes que tenga el Jardín 907, porque es el único que hay y está desbordado. No acredita sala de 3 de
educación, pero como no es obligatoria tampoco es una limitante", agregó, en tanto destacó la "buena articulación con la institución educativa; este año celebramos juntos el Día de los Jardines y
los chicos vinieron para acá a pasar una tarde de recreación".
Por último, Caporale indicó que "trabajamos de la misma manera que cualquier jardín, pero con un hilo conductor fuerte en valores y derechos, algo que muchos adultos no creen que se pueda
trabajar, pero sí. Es increíble las cosas que salen de los propios chicos".
OTRAS POBLACIONES, OTRAS ACTIVIDADES
En el año 2008, gracias al trabajo de las Cooperativas Argentina Trabaja, el predio incorporó un playón deportivo: "Los chicos del barrio lo utilizan mucho. Los lunes y miércoles viene un
profesor de la Dirección de Deportes, que tiene a cargo un grupo de hasta 12 ó 13 años. Está destinado principalmente a esa franja de edad", contó Caporale. También utilizan las instalaciones del
centro los jóvenes enmarcados en el Programa Envión, una iniciativa provincial que incluye a más de 100 chicos en situación de vulnerabilidad: "Trabajan a la tarde, cuando nosotros nos vamos. Es
un programa de acompañamiento e inclusión social, con una beca para que terminen los estudios y se capaciten", apuntó Caporale. Las actividades se completan con el dictado de clases del Plan
Fines de terminalidad educativa, que utiliza el espacio dos veces por semana. "El jardín se cierra todos los días a las 9 de la noche. Es una señal de que se está trabajando", opinó la
docente.
TOMARLE EL PULSO AL BARRIO
El acentuado crecimiento demográfico que experimentó el barrio en los últimos años se refleja en las listas de espera que tiene la institución: "Es impresionante. Hoy tenemos 44 familias,
pero podríamos llenar otra sala más", expresó Caporale, al tiempo que brindó detalles sobre el sistema de admisión: "Los vecinos se acercan a inscribirse en el mes de noviembre, y después la
trabajadora social recorre casa por casa y hace una encuesta socioeconómica. Se evalúan un montón de cuestiones y después se establecen las prioridades. Es la parte más difícil, pero hay que
asumirla", indicó.
A pesar de la incapacidad para atender la demanda real, el impacto de las políticas públicas de inclusión social vigentes, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), han modificado el
mapa de ingresos de la mayoría de las familias: "Las familias han crecido y se nota. Este año nos costó mucho tomar decisiones para hacer el ingreso. Se han mejorado las casas y han mejorado los
ingresos económicos, que solían ser el criterio principal para la admisión. Por suerte hoy también estamos evaluando otras cuestiones, como la condición de madre soltera o algunas patologías
importantes que se dan en el grupo familiar", explicó Caporale.
La llegada permanente de nuevos vecinos ha modificado viejas costumbres y generado nuevas dinámicas: "A la gente de acá le está pasando esto de que antes se conocían todos, se sentaban a
tomar un mate y veían pasar a sus vecinos. Se saludaban y se reconocían. Ahora ven caras nuevas todo el tiempo y esto genera incertidumbre y en algunos casos cambios de hábitos de vida, incluso
en materia de seguridad", opinó Caporale. "Nosotros tenemos la tranquilidad de trabajar con familias que han aceptado muy bien a la institución; eso genera que a veces los problemas de
ellos pasen a ser problemas nuestros. Vienen a comentar sus problemas, a pedir asesoramiento, incluso después de que sus hijos egresaron. Queda un vínculo. La trabajadora social siempre trata de
acompañarlos en cualquier problema que circunstancialmente estén teniendo", completó.
Con relación a las principales problemáticas que se expresan en el barrio, Caporale señaló que "vemos muchos problemas de violencia familiar. Estamos trabajando el tema todos los jueves,
cuando nos juntamos un grupo de mujeres, madres y vecinas, y organizamos diferentes actividades. Algunas son más formales y pautadas con un profesional y otras son simplemente amasar alguna
receta que nos guste y charlar de lo que nos pasa. Es un grupo que se ha hecho muy fuerte. De hecho, en breve vamos a ir a la Universidad de Luján para exponer esta experiencia. Trabajamos en
conjunto con la Dirección de Género y el Centro de Atención Primaria. Estamos muy contentos".
La docente a cargo del CAI indicó que "les falta el gas y el transporte público", como dos de las demandas más frecuentes en materia de servicios básicos. Por último, opinó sobre el
relevamiento que están planificando vecinos y Municipio en el marco de la flamante Mesa de Trabajo que se ha formado en la localidad: "El barrio ha cambiado mucho y es importante actualizar un
diagnóstico. Esperamos que el censo que se va a realizar colabore en este sentido", subrayó.
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